13 mayo, 2016

TAREAS SISTEMA NERVIOSO DE 3º DE LA ESO


ACTIVIDADES OBLIGATORIAS:

 1    4   11   4    5    24   18   21   22  25   26   27   6    2    23   14   15    8   12   20   3    4    5    1    3    6   7   8   9   10  11   12   13  14   15  16   17  18  19  20  21  22


Actividad 1
Sistema nervioso
Contesta las cuestiones, rellena los espacios, etc  de la animación.




Actividad 2
Juega
Realiza las actividades que te propone la animación



Actividad 3
Nervios y respuestas
Elige la actividad que quieras de las propuestas y determina el tipo de respuesta nerviosa más adecuada.




Actividad 4
Componentes del sistema nervioso
Completa el esquema de la animación



Actividad 5
Partes de la neurona
Relaciona cada término con la parte correspondiente del dibujo de la neurona



Actividad 6
Tutoriales
Observa aquellas animaciones del sistema nervioso que te sean más interesantes


   
Actividad 7
Acto reflejo
Observa, en ambas animaciones, las etapas de una respuesta automática, el acto reflejo rotuliano

  


Actividad 8
Acto voluntario
Observa las etapas de la respuesta voluntaria




Actividad 9
Diferencias entre acto relejo y voluntario
Abre las diferentes ventanas de la animación y observa las diferencias entre un acto reflejo involuntario y un acto voluntario

   


Actividad 10
Partes y estructura del sistema nervioso
Elige una parte del cuerpo humano y observa su estructura nerviosa


 


Actividad 11
Partes de una neurona

   



Actividad 12
Partes del sistema nervioso central



Actividad 13
Partes de la médula espinal




Actividad 14
Selecciona que funciones de las citadas corresponden al sistema nervioso simpático y cuales al sistema nervioso parasimpático

 


Actividad 15
Selecciona las partes del sistema nervioso que corresponden al sistema nervioso periférico

 


Actividad 16
Identifica las partes de la anatomía del acto reflejo 

 


Actividad 17

Partes del sistema nervioso



Actividad 18
Relaciona las partes del encéfalo con sus funciones


Práctica 1
Tiempo de reacción
Una forma de medir cuál es tu tiempo de reacción es recurriendo a una regla y a la ayuda de otra persona.
Ésta debe sujetar la regla por su extremo superior, mientras tú colocas tus dedos en torno al otro extremo, prestos para atraparla en el momento en que tu compañero la suelte.
La altura a la que captures la regla te permitirá saber cuantos centímetros has necesitado para reaccionar.
Ahora, y sin hacer trampa, sólo tienes que comparar tus resultados con los de la tabla adjunta, para valorar lo buena que es tu capacidad de reacción.
¿Reaccionas a tiempo?
 Distancia         Tiempo de reacción
 9 cm               135 milésimas de segundo         Excelente
 11 cm             150 milésimas de segundo         Muy Bueno
 14 cm             170 milésimas de segundo         Bueno
 16 cm             180 milésimas de segundo         Bastante bueno
 20 cm             200 milésimas de segundo         Regular
 24 cm             220 milésimas de segundo         Debajo de la media
 30 cm             250 milésimas de segundo         Pobre

Práctica 2
Memoria sensorial
Se trata de un tipo de memoria que te permite conocer permanentemente tu situación con respecto a los objetos circundantes, para que puedas avanzar sin ir tropezando con ellos.
Depende de la visión y se desvanece en apenas unos segundos, que son suficientes para que cumpla su función.
Es fácil comprobarlo: localiza un objeto no muy grande en una pared. Sitúate frente a él y señálalo con el dedo.
A continuación baja la mano, cierra los ojos y deja pasar unos cuantos segundos.
Ya puedes intentar señalar otra vez, siempre con los ojos cerrados, la posición en la que ‘recuerdas’ que estaba el objeto. Verás que ya no te acuerdas.

Práctica 3
Lado dominante
Ser zurdo o diestro no depende únicamente de qué mano empleamos para escribir o con qué pie jugamos al fútbol. El cuerpo muestra en muchos de sus actos y miembros preferencia por un lado, el conocido como ‘lado dominante’.
Se puede conocer observando cómo se cruzan los brazos, qué mano coge a la otra por la espalda, qué mano se muestra activa al aplaudir, etc. Y aunque la inmensa mayoría de la población es diestra, también hay individuos que no son ni diestros ni zurdos puros, sino que manifiestan preferencias distintas en diferentes miembros.


Práctica 4
Pensar necesita tiempo 
Intenta recoger un objeto que te lance otra persona.
Si estáis muy juntos, tal vez no seas capaz de reaccionar a tiempo, por lo que tendrás que retroceder unos pasos, hasta disponer de una distancia adecuada para tu capacidad de reacción. Pero, ¿cómo afecta a tu ‘distancia de reacción’ el tener que tomar una decisión?
Descúbrelo con este experimento: en él, tu compañero dispone de dos objetos, de los cuales tú sólo quieres coger uno.
Cuando te lance uno de los objetos, tu cerebro invertirá un tiempo en discernir si es el que le interesa antes agarrarlo.
Comprobarás que tomar una decisión afecta a tu ‘distancia de reacción’, que tendrás que ampliar.
Cuanto más compleja sea la toma de la decisión —coger la pelota azul, pero sólo si la tira con la mano izquierda, por ejemplo—, más tiempo necesita tu cerebro y más tardas en reaccionar.
Demostrado: pensar lleva su tiempo. Lo que justifica que, aunque el cerebro no crece, no se mueve y supone sólo una cincuentava parte del peso total del cuerpo, consume el 25% del oxígeno y el 20% de la glucosa que demanda nuestro organismo.

Práctica 5
Dedos que se relajan
Enlaza las manos como en la fotografía y esfuérzate en que tus dedos índices estén rectos y paralelos.
Ahora relájalos y observa qué sucede con ellos. Los músculos y los tendones, cuando no están activos, adoptan una disposición de mínima energía.
En el caso de la mano, los dedos tienden a disponerse ligeramente curvados.
Este experimento sirve asimismo para comprobar las cualidades de los músculos y tendones de la mano: son perfectos para realizar trabajos de precisión, pero carecen de resistencia.
¿Cuánto eres capaz de mantener los dedos índices totalmente rectos antes de que clamen por un poco de descanso?


Práctica 6
Brazo que sea corta
Sitúate perpendicularmente a una pared, de modo que, con el brazo extendido, la toques con la punta de los dedos.
A continuación, levanta el brazo, rotándolo por encima de la cabeza.
Ahora vuelve a extenderlo y verás que ya no alcanzas el muro.
Tranquilo; no es que estés encogiendo por momentos. Es la paradoja de Codeman, cuyo fundamento es el hecho de que, haciendo unos movimientos determinados con las articulaciones de la espalda, sus músculos se contraen ligeramente.
Basta con ‘soltar’ el músculo para que el brazo recupere el tamaño original, lo que demuestra que los músculos sólo pueden contraerse, y que para retomar su estado relajado necesitan la ayuda de otros ‘colegas’ que lo estiren, a costa de entrar ellos mismos en acción.
Los músculos sólo se contraen
El cuerpo humano dispone de unos 640 músculos esqueléticos; algunos de ellos, capaces de realizar movimientos de enorme precisión. Pero presentan un pequeño ‘defectillo’: sólo saben contraerse, es decir, sólo pueden tirar, no empujar. Y este ‘detalle’ les obliga a aparecer en muchos casos en parejas indisolubles, que ejecutan movimientos antagónicos. Tampoco pueden contraerse mucho, apenas unos centímetros, pero logran movimientos más largos gracias al efecto multiplicador que hacen huesos y articulaciones.


Práctica 7
Brazo que sube solo
Apóyate con un brazo contra la pared e intenta subirlo con todas tus fuerzas.
Tras un par de minutos de esfuerzo, sepárate y comprobarás cómo el brazo ‘relajado’ se empecina en subir sin que nadie se lo ordene.
Este efecto se conoce como la ilusión de Kohnstamm y depende de la memoria motora.
El brazo sigue haciendo fuerza, porque el cerebro y el músculo se habían acostumbrado a ello y tardan unos segundos en quitar el ‘piloto automático’ y adaptarse ante la nueva situación.


Actividad 8
Estimar distancias
Con los brazos extendidos hacia adelante, cierra un ojo e intenta juntar la punta de los dedos. Es difícil.
Con un ojo cerrado, algo tan sencillo como estimar las distancias se convierte en una odisea.
La razón es que nuestro cerebro se aprovecha de que cada uno de los ojos posee un punto de vista ligeramente distinto para conformar la visión tridimensional.
Pero al cerrar un ojo, el cerebro ya no puede ver en tres dimensiones, y eso afecta a nuestra capacidad de acertar con las distancias.


Práctica 9
Vista y tacto
Enrolla una hoja, colócala delante del ojo y pon la palma de la mano a su lado.
Si con los dos ojos abiertos desplazas la mano pegada al tubo lentamente, llegará un momento en que parezca agujereada.
El cerebro forma la visión combinando las imágenes captadas por cada uno de los ojos.
En la mayoría de los casos las imágenes son muy parecidas, y combinarlas no da problemas.
Pero en esta ocasión, lo que ven ambos ojos por separado difiere, y el cerebro, al procesar ambas imágenes como está acostumbrado, lo único que con­si­gue es perforar la mano.


Práctica 10
Ojo dominante
Aunque el cerebro emplea la información visual que recibe de ambos ojos, uno de ellos aporta más datos de la imagen final que se percibe. Es el ojo dominante.
Para averiguar cuál es basta con extender un brazo y señalar un objeto distante.
Sin mover el brazo, cierra el ojo derecho y observa el objeto.
Si éste no se desvía, el ojo izquierdo es el dominante; si se desplaza, es el derecho.



Práctica 11
Los ojos
Recorta la tarjeta adjunta  y sitúala a 30 o 40 cm de los ojos. Cierra el ojo derecho y fija el izquierdo en la cruz —a pesar de eso, sigues viendo el círculo—.
Si ahora acercas lentamente la tarjeta, llegará un momento en que el círculo desaparezca: al coincidir con el punto ciego del ojo, es decir, la zona de la retina que no posee fotorreceptores por ser el punto de conexión del globo ocular con el nervio óptico.
Así, en lugar del círculo lo que se aprecia es un fondo continuo, ya que el cerebro suple la falta de información de esa ‘zona oscura’ con elementos sacados del entorno, y completa la imagen. 


Práctica 12
Sensibilidad

En la piel hay millones de diminutos sensores de varios tipos, que responden ante estímulos como la temperatura, la presión y el dolor, y que son los responsables del tacto.

Pero estos receptores no están distribuidos homogéneamente a lo largo de todo el cuerpo, sino que existen zonas más sensibles que otras.

Lo puedes comprobar mediante este sencillo experimento: coloca dos dedos ligeramente separados sobre la piel de otra persona y pregúntale cuántos dedos siente.

Dependiendo de dónde la hayas tocado y de la separación de los dedos, puede que note un solo contacto.

Separa los dedos poco a poco, hasta que note los dos. La separación entre ambos será la medida en centímetros de su sensibilidad táctil en esa región del cuerpo.





Práctica 13
Sensación en la nariz
Cruza los dedos índice y corazón, y acaríciate la punta de la nariz con ambos como se muestra en la fotografía. ¿No te da la sensación detener dos narices? 
Tu cerebro ha caído en la trampa que le ha tendido el tacto, ya que no está acostumbrado a que los dedos ‘sientan’ en esta disposición.
En condiciones normales —con los dedos sin cruzar—, si el lado externo del dedo corazón —el más alejado del dedo índice— toca la nariz, el dedo índice no entra en contacto con ella, y viceversa.
Es un estímulo tan habitual que el cerebro ya lo ha asumido. Pero al cruzar los dedos, ambos entran simultáneamente en contacto con la nariz, algo que al cerebro le cuesta encajar en sus esquemas, por lo que cae en la tentación de pensar en dos narices. 

Práctica 14
El calcetín
¿Llevas puestos calcetines? Pues no los mires y trata de tocar el borde de uno de ellos con la punta de los dedos ¿Has acertado o simplemente te has aproximado?
El fenómeno que explica tu falta de puntería se conoce como ‘habituación’, o capacidad de los sentidos para adaptarse a la presencia de un estímulo continuo y constante, y no prestarle atención.
La habituación también afecta al gusto y al olfato. Los receptores de la nariz se acostumbran  rápidamente a un olor y dejan de apreciarlo apenas un minuto después, lo que supone un peligro si se produce un escape de gas.



Sistemas nervioso y endocrino: actividades







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